Crecemos bajo la idea de que la estabilidad es sinónimo de éxito, que el control es señal de madurez y que perder el rumbo te lleva al fracaso. Nos enseñan a temerle al caos, pero no nos dicen que ver cómo todo lo anterior se deshace, nos ayuda a encontrar un nuevo sentido.
Históricamente: las revoluciones, los descubrimientos, los avances artísticos y científicos han nacido del desequilibrio. De una necesidad humana de redefinir nuestra forma de mirar el mundo.
A nivel personal, sucede lo mismo. El caos nos saca de la seguridad, nos obliga a romper la rutina, cuestionar lo que dábamos por hecho y pensar diferente.
El caos no destruye por maldad: desordena para que algo distinto se construya y allí donde ya no funciona lo conocido, nace el impulso de crear algo nuevo.
Nada que permanezca intacto evoluciona. Una mente que siempre está en orden es cómoda pero también se vuelve una jaula. El alma necesita del temblor, de la incomodidad, de la insatisfacción, para poder preguntarse qué desea realmente.
Y si, esos momentos donde la vida parece estar en "crisis" duelen. Lastiman los fracasos, las decepciones, la confusión. Parece una pérdida… luego comprendes que de ello nace algo nuevo. Algo más honesto, con respuestas difíciles que te obligan a replantearte lo que creías y cambiarlo todo.
Con esto, no quiero romantizar el caos. He estado en ambos puntos: me he obsesionado con el orden y me he refugiado en el caos, ambos te llevan al agotamiento.
Es solo que creo necesaria una reconciliación con esa parte de nosotros que no sabe qué hacer. Con la incertidumbre, el miedo, el desorden. Dejar de exigirnos claridad, dejar de fingir que no nos afecta. Más bien: elegir sin tanto miedo, permitirse fallar sin castigo, habitar el presente sin tantas expectativas.
Permite que las cosas caigan porque quien si solo te mueves en línea recta, te vas a romper ante el primer desvío. Acepta el cansancio en tu cuerpo, el silencio en tu mente, el ruido exterior pero nunca te quedes ahí.
Atrévete a experimentar, práctica el autocuidado, haz lo que tanto miedo te daba, cambia de dirección. Porque el caos tiene su propia sabiduría, es la semilla del cambio. Una aparente caída que —sin saberlo— te hace avanzar de manera diferente.
Después de mucho tiempo y silencio, comprendí que el caos no fue, ni es, un enemigo. No busques explicarlo, ni resistirte, escucha lo que viene a mostrarte y después suéltalo, pero comienza por aceptarlo.
Abraza el caos porque desordenarte puede ser la única manera de encontrarte. De ser una versión más feliz, más libre, más viva.
amiga he leído cada uno de tus escritos y si te conociera en persona te pediría matrimonio. Nunca dejes de escribir, jamás me había sentido tan comprendida y como si uera poco ambas tenemos 17 y somos swifties obsesionadas con the archer. 🏹💘